martes, 22 de noviembre de 2011

la relatividad de ser una buena persona:

Desde pequeños nos inculcan valores como el de ser respetuosos, educados, o como por ejemplo, el de ser buenas personas. Pero, realmente, ¿qué es ser una buena persona?
Eso depende, como muchas otras cosas, es relativo. Entonces, ¿cómo saber si hay que ser buenos o no?
Eso lo dictamina la sociedad. Todos tenemos un ideal de buena persona, alguien respetuoso, educado, con un gran corazón (otra cosa relativa) etc. Pero si nos parásemos a pensarlo un segundo, cada uno tiene una opinión diferente, es decir, que hay situaciones en las que la actuación de una persona a mí me puede parecer heroica y a otro individuo irresponsable, por ejemplo el ir a la guerra como médico, algunas personas opinan que es una tontería ir allí a pasar penurias y calamidades, con una calidad de vida ínfima a la de su país de origen; mientras que otra persona puede creer que es un acto valeroso y un ejemplo a seguir.
No obstante, ¿para qué ser buena persona, si total, al fin y al cabo todo tiene un principio y un fin, así como nuestras vidas? ¿Por qué debemos seguir las normas dictadas por una sociedad dominada por los prejuicios y la superficialidad en muchos casos? ¿Por qué debemos fingir que actuamos de una manera predeterminada, no porque nosotros mismos pensemos que esté bien, sino porque nos han dicho que es lo correcto? ¿Y cómo saber si realmente estamos actuando bien?
Muy bien, pues a la hora de la verdad, ni siquiera las personas que nos han dictaminado estas normas de comportamiento son buenas personas al cien por cien. ¿O acaso no han dictado leyes los políticos, como por ejemplo que se prohíba el robo, y algunos de ellos (no se puede generalizar, en mi opinión) han sido los primeros condenados a prisión por hurto y/o estafa?
Pero precisamente, este motivo es el que nos indica por qué debemos ser buenas personas. Me explico:
Si fuésemos buenas personas, no habría necesidad de haber guerras, porque la gente arreglaría sus diferencias o problemas, por medio del diálogo. Si todos fuésemos buenas personas, no habría hambrunas en el mundo, pues los más ricos, que les sobrase el dinero lo invertirían en los países subdesarrollados, tanto para su desarrollo sanitario, educativo… como para  erradicar la hambruna.
Realmente, si todos fuésemos buenas personas, el mundo sería mejor. Repito, si todos fuésemos buenas personas…